domingo, 23 de noviembre de 2008

La Desesperanza de Sísifo o Los Días Estériles

Sísifo a pesar de ser un rey cruel de la mitología griega también tenía su parte humana.

Como rey era avaro, egoísta, mentiroso, mataba por incrementar su riqueza; llegó a atrapar a la propia muerte, Tánatos, y engañó al mismo dios del Infierno, Hades. Fue el humano más listo, sagaz y astuto de su época.



Como hombre, aunque fuera después de muerto, está condenado a subir una gran roca por una empinada ladera pero esta siempre vuelve a su sitio y él de nuevo con ella hacia arriba; así continua hasta nuestros días y así seguirá hasta que la humanidad deje de ser como es.

En la antigüedad ningún rapsoda dejó constancia clara y definitiva del porqué del castigo. Durante siglos los estudiosos han vuelto al mito de Sísifo para poder desentrañar las raíces de lo que los griegos nos relataron: que si personifica al Sol, a las olas, al mar; que si representa el intento vano de encontrar la sabiduría... pero esas raíces son tan profundas como el alma humana y tan antiguas como el hombre.

En el S. XX el escritor y filósofo francés Albert Camus en su ensayo sobre Sísifo nos cuenta que el mito es un símbolo de lo absurdo y trágico de la condición humana. Sísifo representaba lo absurdo de nuestra vida, la futilidad e inutilidad de todos nuestro actos; somos insignificantes y no tenemos más valor que el queremos creernos. Pero Camus dejaba un momento para la esperanza que era cuando Sísifo llegaba a la cima y en esos instantes era dichoso; piensa que su mundo y su roca le pertenecen, que todo está bien como está; el esfuerzo de levantar la roca es suficiente para llenar de ánimos y aliento el corazón de cualquier hombre; es capaz de enfrentarse a su destino y vencerlo aunque sepa que todo será inútil.

Por eso Camus es un optimista al final de su ensayo: no hay ningún momento para la esperanza en el ciclo de la vida porque siempre hay que volver a subir; a veces todo el trabajo realizado en un día no te complace por la noche, ni toda una vida de trabajo gris puede satisfacer el final de tus años aunque la veas llenas de hijos, nietos o amigos. A veces pequeñas trivialidades intentan llenar ese hueco que se siente: la lectura, el cine, la fotografía, senderismo por el monte, escribir historias, escribir un blog... pero todo llega a ser insustancial, como una cortina de humo, porque todo sigue igual.

Entonces Sísifo desespera, no hay un futuro mejor, nada que se hace vale la pena, se sigue hacia el frente por no parar. Vacío y con sentimiento de soledad.

Sí, estos son los Días Estériles.



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